Watch Dogs ya está aquí. Ya ha salido. El juego que asombró al mundo entero en el E3 2012 y que, tras sufrir un doloroso retraso el año pasado, acabó por salir seis meses después de lo previsto. ¡Buena noticia!, ¿no? pues la verdad, son muchos los sentimientos encontrados tras haberlo jugado sin descanso. ¿Decepción? No tanto. El problema es que tal vez pusimos el listón demasiado alto.
En 2010 Apple lanzó el iPad, la ‘tableta’ de los Cupertino fue un tremendo éxito y no hace falta recordar lo que ha supuesto para el mercado de dispositivos móviles. Justo en ese instante, otras muchas compañías corrieron a tener su tablet en el mercado. Unos apostando por Android por que era el camino más fácil para llegar al mercado lo más rápido posible, y otro como HP, comprando un sistema operativo llamado WebOS que habían desarrollado los genios de una compañía americana llamada Palm.
Pues bien, HP (Hewlett Packard) se hizo con ese sistema operativo y desarrollaron un tablet que salió casi en el verano de 2011, entre un auténtico ‘hype’ de los ‘Palmeros’ que ansiaban el primer dispositivo con pantalla de 9,7 pulgadas con WebOS. La recepción fue fría y un periodista (americano) de tecnología resumió lo que fue ese dispositivo de HP con una frase que hoy podríamos considerar como un acertado epitafio: “enhorabuena a HP, ya tienen su propio iPad”. Pensaréis que qué narices hace este buen hombre contándonos esta batallita, pero es que la traigo a colación por que existe un paralelismo exacto entre el iPad con el HP TouchPad y GTA V con Watch Dogs: “enhorabuena a Ubisoft, ya tienen su propio GTA V”.
Esto no debería ser exactamente malo, no. Al revés, podríamos incluso tomar como bueno que sea así, pero la diferencia es que unos inventaron (o perfeccionaron hasta el infinito) la fórmula ‘sandbox’ como nadie más supo hacerlo y los otros se han dedicado más tiempo a adornarla con ‘hackeos’ que a intentar llevarla un paso más allá.
Por cierto, una vez que nos hemos jugado tres actos y medio de la historia principal, empezamos a pensar que el retraso les vino de maravilla para acabarlo mejor pero, sobre todo, para alejarlo del tsunami GTA V, no fuera que los parecidos, al tenerlo más reciente, pudieran detectarse con mayor facilidad.
Argumentos sin apenas interés
Uno de los primeros puntos donde Watch Dogs cojea es en la historia ya que es de todo menos clara y aunque imaginamos que todo tiene su explicación, el problema no es tanto lo que nos cuenta sino cómo nos lo cuenta. En el juego representamos a un tal Aiden Pearce que tiene la habilidad de ‘hackear’ cualquier aparato electrónico que haya a su alrededor y que parece haberse convertido en un justiciero que evita los robos y asesinatos en Chicago con un objetivo mayor: encontrar al que ordenó que le dieran un susto a él y a su hermana (con sus hijos) lo que provocó que su sobrina muriera.
A partir de ahí empieza una historia de culpas, de malvados y de pérdidas familiares que ya hemos visto, por ejemplo, en una clásico como Max Payne y otros cientos de desarrollos que han recurrido a las desgracias familiares para hacernos odiar al malo de turno. Aquí ya empieza a sonar la historia a ‘sobada’, a un ‘dejà vù’ que, con todo lo visto en estos casi dos años transcurridos desde su anuncio con tanto vídeo, no nos esperábamos. ¿Un tipo con esos poderes de ‘hackeo’ inmensos haciendo todas estas maravillas por una simple venganza personal?
En ese punto ya el argumento te deja ‘choff’, no consigue enganchar por que nos tememos que vamos a presenciar la típica historia de remordimientos, de protagonista atormentado que se echa la culpa de sus desgracias y, blablabla. Pero hay más. Cada vez que hay una secuencia en la que hablan los personajes, sabemos al 90% lo que va a pasar: “a ese se lo cargan”, “esa nos va a decir que no fue nuestra culpa”, “ese que parece malo verás como no lo es”… y así hasta que Watch Dogs consigue que desconectes por completo y termines por ponerte a hacer misiones y ya está.
La progresión narrativa es también imprecisa, hay diálogos que no tienen sentido y situaciones que no vienen a cuento, que no parecen tener continuidad dentro de la historia. Cuando un servidor vio por vez primera aquel vídeo en el E3 2012 pensó que iba a ser la ‘repanocha’ este Watch Dogs, que lo mismo tendríamos que salvar al mundo de alguna conspiración o llevar a cabo una empresa de mayor calado, pero resulta que no, que se limita a fabricar un clon de Max Payne al que le han puesto un móvil en la mano.
El ‘hackeo’ su gran reclamo
Una de las primeras cosas que llaman la atención de Watch Dogs es lo del ‘hackeo’ y esas cosas de manejar cualquier dispositivo que haya a nuestro alrededor. Bien, al principio hay que reconocer que nos tiramos encendiendo y apagando todo aquello que podemos tocar como un niño con zapatos nuevos pero cuando pasan las misiones, nos damos cuenta de que esto es un fuego de artificio sobre el que el juego no gira en realidad. El ‘hackeo’ no es la esencia de Watch Dogs sino su apariencia.
Esta claro que todo está hecho para que podamos interactuar o meter la nariz en cualquier parte. Llama la atención que casi todos los peatones que nos cruzamos por Chicago tengan su biografía, sus cosas, pero es realmente divertido comprobar cómo (la mayor parte de) todos los que viven en la ciudad americana son, para Ubisoft Montreal, unos ciudadanos conflictivos que tienen en su mayoría sus buenos trapos sucios que esconder: que si infidelidades, que si robos, que si drogas, que si perversiones, etc.
Todo un catálogo que nos sirve para que, en una de estas que estamos cotilleando, nos demos de bruces con un delincuente al que podremos descubrir, aporrear y, por último, poner a buen recaudo dejándolo para que se lo lleven las autoridades. De todas formas, y esto entronca con la historia, no acabamos de saber nunca qué hacemos allí en Chicago, si somos buenos o no por que se van intercalando las escenas al más puro estilo ‘mafia siciliana’ con otras en las que se supone que combatimos a los ‘malos’.
Es cierto que en Watch Dogs todo está conectado y tanto es así que el hecho de poder tomar el control sobre casi cualquier ingenio de la ciudad convierte a Chicago en un parque de atracciones de un tamaño descomunal. Las misiones nos permitirán hacer más o menos lo que queramos escogiendo entre ser unos auténticos ‘hackers’ o dejar que se solucionen las cosas con el silbido de las balas.
Si escogemos la pata de ser unos ‘piratas’ informáticos, podremos llegar a conseguir lo que necesitamos sin necesidad de poner un pie dentro del escenario que, en teoría, debemos asaltar. Simplemente hay que ir ‘hackeando’ cámaras y saltando de una a otra como si fuera el juego de la Oca, para acabar llegando hasta una habitación donde hay un portátil que, no se sabe muy bien cómo, le introduciremos un virus y, a través de un ¿ingenioso? sistema de puzles, accederemos a la información.
Ya os digo que cuando juegas un buen rato con Watch Dogs te das cuenta de que la capa de ‘hacking’ es la que impide ver lo que de verdad hay debajo, y que no es otra cosa que un GTA ubicado en otra ciudad, que gira alrededor de un desarrollo clavado, exacto e igualito. Eso sí, donde no se parecen, y solo faltaría, es en la gestión del personaje que en el título de Ubisoft permite una especie de ‘customización de stats’ que le dan algo más de profundidad ya que nos deja especializar a Aiden en ‘hackeo’, combate, objetos creados o conducción.
Ya os digo que esto de meter las narices en los dispositivos ajenos tiene su aquel pero llega un momento en el que cosas como manipular semáforos, elevar bolardos o subir y bajar puentes serán simples recursos de huida para cuando la presión sobre nosotros sube mucho y la policía pone todos sus efectivos para capturarnos (¿os suena esto?). Por lo que si miramos aquel primer vídeo del E3 de 2012 ahora, nos damos cuenta del enorme ‘hype’ que hemos padecido y que resulta que luego no era para tanto.
Un mapa enorme lleno de cosas típicas de un ‘open world’
Chicago no es una ciudad que se limita a albergar una historia sino que tiene decenas y decenas de cometidos que podremos realizar como más nos apetezca. Por algo es un ‘sandbox’ y por algo es como un GTA. Además de las misiones principales, podremos encontrar los contratos de agente que mezclan las huidas en coche, los ‘hackeos’ y robos de información a la carrera, los delitos que detectamos por las calles, las torres de ctOS que debemos reprogramar (y que recuerdan a las de Assassin’s Creed que nos abren la visión a nuevas actividades en la zona), los juegos de RA (Realidad Aumentada) móvil o los llamados juegos de ciudad que van desde apostar con trileros a un ajedrez gigante.
Yas os decimos que el total de cometidos disponibles es infinito, así como otros muchos tipos distintos de ‘collectables’ como los registros sonoros, los hotspots, las invasiones de privacidad, los songsneak, el comercio de armas, los códigos QR o seis minijuegos.
En total, la campaña de Watch Dogs tiene cinco actos y un total de 39 misiones que si te pones a hacerlas rápido, no te llevan más de 15-20 horas. Eso sí, yendo a ‘cuchillo’ y sin reparar en extras ni recompensas, cosa que podríamos echar de menos si lo que queremos es tener al final de la vida útil de Watch Dogs (y sus 80 pavos que cuesta) un 100% en el total de cometidos terminados. Luego también hay un total de 93 misiones secundarias entre los escondites de banda, los contratos de agente, los delitos detectados y los convoyes criminales.
Los coches, una pata importante dentro del juego
Con un mapa tan grande es lógico que tengamos un medio de transporte a mano para recorrer de un lado a otro rápidamente la ciudad… y sus alrededores. Así que están los coches. Podríais pensar que aquí Ubisoft ha querido innovar y no nos va a dejar coger el primero que nos apetezca pero resulta que no. Que en una secuencia que parece calcada de GTA, solo hay que ponerse delante del que queremos conducir, bajar a ‘guantás’ a su conductor y meternos.
Por tener tiene hasta música (con canciones ‘a lo GTA’) que podremos cambiar o quitar dependiendo de si nos parece un tostón o no. Bueno, tal vez lo único que nos ha parecido muy interesante es lo de ocultarnos en el coche, dejándolo completamente apagado y con las luces quitadas (de noche) para darle esquinazo a alguien que nos persiga. Por cierto, este recurso en los modos de contratos en línea está muy bien. ¿Y eso?
Los contratos en línea son jugadores que entran en nuestras partidas a ‘hackearnos’ y de paso llevarse algunas recompensas. Y viceversa. Podemos ir hasta la ciudad de otro y chincharle un rato. Estas partidas online fugaces son de lo mejor que tiene Watch Dogs ya que sirven para pasarnos un buen rato buscando a un contrario que vaya por la calle y que no concuerde con el patrón de movimiento de un peatón normal. O de un coche que vaya haciendo el bruto. Es por eso que quedarnos quietecitos, escondidos, esperando, resulta muy divertido.
Un ‘sandbox’ con todo lo que eso significa
Un juego triunfa muchas veces por esos detalles imperceptibles que uno no sabe en ocasiones describir. ¿es un control, un gráfico, una opción, un arma? ¡Vete tú a saber! Pero lo cierto es que Watch Dogs desconcierta. Y lo hace desde el primer fotograma en el que inicia la historia y continúa por la inconsistencia de muchos de sus diálogos que dejan entrever que, o el que ha llevado la historia adelante ha tenido poco tiempo para pulirla, o que tal vez esperábamos algo a la altura de Rockstar y sus GTA… y eso es imposible.
Ya os digo que la historia empieza fallando y todo lo demás… ¿también? En mi opinión sí por una única razón: tras haberle dedicado decenas de horas a GTA V en los últimos meses, sinceramente no me quedan muchas ganas de volver a hacer lo mismo en Watch Dogs: recibir una llamada, ir a un sitio, hablar con alguien, viajar a la otra punta de la ciudad y completar la misión eliminando a los enemigos, escapando o robando algún objeto. Y si nos apetece hacer el cabra, pues ya según queramos: vamos a una tienda, compramos ropa, volvemos a nuestro piso franco (sí, sí, habéis leído bien), dormimos y nos cambiamos para salir a la calle.
Ese círculo ‘sandbox’ está muy trillado y ni siquiera la posibilidad de ‘hackear’ todo lo que veamos en pantalla sirve de aliciente para que nos enganchemos al juego. Por decirlo de una forma gráfica, el hastío que pudiéramos tener de jugar con la fórmula GTA no la pagamos con GTA V, sino con Watch Dogs ya que, como os vengo diciendo, es un clon exacto.
¿Eso es justo? Pues seguramente no lo es. Pero es así. Watch Dogs nos ha calentado la cabeza durante muchos meses enseñando todo lo increíble que iba a ser pero ha tenido el problema de que ha llegado después que GTA V y eso, seguramente, le podría pasar factura. ¿En las ventas? No, para nada, esas ya las tiene aseguradas pero lo mismo sí que se resiente cualquier proyecto futuro de seguir con la franquicia con la intención de convertirlo en una especie de Assassin’s Creed.
Como veis ni he hablado de gráficos ni de nada. Seguramente por que es lo de menos y eso que pinta extraordinariamente bien a pesar de su condición de ‘híbrido’, es decir, de que primero fue pensado en PS3 y Xbox 360 y después se ‘portó’ para PS4 y Xbox One.
Por cierto, seguramente a estas alturas estaréis pensando que he hablado mucho de GTA y poco de Assasin’s Creed, ¿verdad? Bueno, del primero no sé si muchos se lo imaginaban (lo de ‘con dos meses tenéis suficiente para visitar Los Santos’ ya nos parecía un indicio) pero del segundo se le presuponía. Ubisoft no será ni la primera ni la última compañía que haga uso de cosas que ya tiene elaboradas, aunque como alguien decía por ahí, “¿qué pinta el ‘parkour’ ese en Chicago?”.
A pesar de lo dicho, Watch Dogs es un juego de notable y que solamente te volverá loco si fuiste ajeno a la fiebre GTA V y no te has tirado los últimos ocho meses dando vueltas por Los Santos.
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