El 27 de mayo de 2011, mientras la ciudad de Barcelona se reponía de la brutal agresión de la unidad antidisturbios de los Mossos d'Esquadra contra los manifestantes pacíficos del 15M acampados en Plaza Catalunya, este abogado recibió una llamada telefónica. La transcripción de la llamada está contenida en el primer sumario instruido contra presuntos activistas de Anonymous, un proceso político iniciado por una institución política: la Junta Electoral Central.
Sobre las togas, caspa; bajo las togas, grasa. Las altas instancias de nuestro Poder Judicial hace tiempo que dejaron de ser independientes, para convertirse en un triste apéndice de la partitocracia corrupta que ha conducido nuestro país a la ruina económica y moral. Cuando una inmensa multitud de ciudadanos libres decidió desobedecer pacíficamente la orden de desalojo dictada por la Junta Electoral Central contra las acampadas del 15M, hubo que buscar un chivo expiatorio. Ese chivo expiatorio fue Anonymous, y la investigación policial contra Anonymous fue la punta de lanza de la criminalización política de todo el movimiento 15M.
La policía se infiltró en Acampada Sol, y en sus atestados vincula en todo momento a Anonymous con la lucha pacífica contra la Ley Sinde, así como con la multitudinaria protesta social que iniciada por Juventud Sin Futuro, Democracia Real Ya y #NoLesVotes desembocó en el movimiento de resistencia 15M. En posteriores investigaciones se ha llegado a la indignidad de considerar indicio de pertenencia a Anonymous el haber invitado a dormir en casa a uno de sus presuntos miembros.
Investigaciones iniciadas por una simple denuncia de daños informáticos han acabado hinchadas con imputaciones de pertenencia a asociación ilícita. Se han interceptado ilícitamente las conversaciones telefónicas entre abogado y cliente. El instituto de la prisión provisional, establecido para casos excepcionales de delitos graves que causen alarma social, ha sido instrumentalizado políticamente contra ciberactivistas de Anonymous y contra huelguistas del #29M. Nuestra democracia se descompone por momentos, en una deriva liberticida hacia un régimen autoritario sin garantías.
Estoy orgulloso de la transcripción de mi conversación telefónica. Pido disculpas desde aquí a mi interlocutor, al que quizás no atendí como correspondía, preocupado como estaba por los graves sucesos violentos de Pl. Catalunya. Pero quien lea esa llamada sabrá que no puede hacerse nada contra un movimiento ciudadano completamente transparente, sin líderes y sin jerarquías: hablamos por teléfono como lo hacemos por Twitter, sin nada que esconder y con la cabeza bien alta.
La criminalización prosigue, y nos vemos obligados a llevar nuestros derechos en el bolsillo, por lo que pueda pasar. Muchos de nosotros seremos perseguidos, pero antes o después la rebelión cívica se filtrará en todas las instancias de la sociedad. Ciudadanos libres, periodistas sin miedo, jueces y fiscales íntegros plantarán cara a una jerarquía corrupta que tiene los días contados.
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